Qué pasa con los vinos blancos

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BONVIVIR

15 de octubre de 2015

Notas:

 

Alejandro Iglesias

 

Desde hace veinticinco años la vitivinicultura argentina reescribe su historia a diario. Con un potencial enorme para la producción de tintos de clase mundial la bodegas apostaron por las uvas de color para refundar la industria a mediados de los noventa. Así descubrieron que el Malbec Argentino podía convertirse en unos de los mejores vinos del mundo y lo impusieron en los mercados más exigentes. Luego llego el momento de demostrar que los terruños locales podían dar vida a diferentes estilos y así se impulsó la exploración de nuevas regiones. En poco tiempo aparecieron rincones del país que no solo aseguraban una nueva expresión para los tintos sino que además podían cambiar la historia de los blancos.

 

Aquí vale aclarar que Argentina ya producía muchos y muy buenos blancos, pero lo cierto es que en el plano internacional no es tan fácil competir con los producidos en climas fríos con influencia oceánica o marítima. Con varios enólogos empecinados en la obtención de blancos de calidad las fronteras de la vitivinicultura local se comenzaron a ampliar.

 

La primera explicación de la revolución de los vinos blancos es la altura. A medida que los viñedos ascendieron en la montaña se encontraron climas cada vez más fríos e ideales para la obtención de vinos frescos y vivaces. En Mendoza es en el Valle de Uco donde más han crecido las hectáreas de cepas blancas y no solo de las tradicionales sino también de varias muy exóticas por estas latitudes. Pero en Salta la exploración en altura también dio buenos resultados y aquí el Torrontés comenzó a desarrollar matices y nuevos estilos. Un caso que vale la pena destacar en el noroeste es la finca Altura Máxima de Bodega Colomé donde cultivan un excelente Sauvignon Blanc a 3100 metros de altura.

 

En Patagonia el crecimiento de los blancos se mide en calidad y no tanto en superficie. En este clima seco pero moderado las opciones de cepas blancas van desde el Riesling hasta el Torrontés con el foco puesto en Chardonnay. En todos los casos los resultados son impecables.

 

Pero además de las cepas más tradicionales vale la pena repasar que sucede con las que más atención llaman en la góndola.

 

Sauvignon Blanc. Se convirtió en una de l as cepas favoritas de los enólogos locales. Por encima de los 1100 metros de altura sus resultados son óptimos y muchas etiquetas ya se miden con las más importantes del globo. Lo más importante es que el país demostró tener un perfil propio para esta cepa algo que el mercado valora. Hoy se la cultiva desde Salta a Patagonia y en cada viñedo asegura calidad y estilo.

 

En los vinos de la reina de la blancas es donde mas se notan los avances. Básicamente por que sus vinos pasaron de ser golosos a refrescantes y tensos. Aquí el cambio es producto de nuevos viñedos en climas fríos, cosechas tempranas y menos uso de roble. Por decirlo de algun modo se apuesta a su expresión primaria donde los cítricos,  los frutos blancos y las flores logran un combo sofisticado y cautivante. Aquí los viñedos de altura resultaron claves. Primero fueron los de Tupungato, a 1150 metros, luego se ascendió a los 1300 en Gualtallary y ahora algunas bodegas ya alcanzaron los 1600 metros. No caben dudas que el potencial es enorme y la industria esta decidida a demostrarlo.

 

Semillón. Supo ser unas de las uvas preferidas de los argentinos pero la llegada del Chardonnay la relegó a un segundo plano. Sin embargo, hoy muchos enólogo comenzaron a rescatar sus viñedos que son un verdadero patrimonio enológico nacional. Su cultivo se concentra principalmente en Mendoza pero en Patagonia también hay muy buenos exponentes. En el Valle de Uco son varios los que la consideran una cepa con gran potencial tanto para blancos tranquilos como para dulces.

 

Se trata de otro varietal muy cultivado ene l país pero al ser utilizado por años para vinos de baja calidad los enólogos le restaron atención. Pero el éxito de sus vinos en el mundo en una versión semi dulce y juvenil lo puso nuevamente en el centro de la escena. Los resultados no se hicieron esperar. A medida que se mejoraba su cultivo y cuidado lo vinos demostraron que pueden estar a al altura de otros cepajes de mejor pedigrí y hoy se proyecta como un varietal ideal para vino frescos y vibrantes.

 

Las exóticas. En el mundo existeen miles de cepas blancas que en nuestro país apenas están presentes. Pero entre estas se encuentran algunas que son muy preciadas en el mercado y por los winemaker por sus resultados. Dos ejemplos son Riesling y Gewürztraminer, cepajes que en Francia y Alemania dan vida a vinos deliciosos y codiciados. Pero estas uvas demandan de climas fríos y con algo de humedad, algo difícil de encontrar en lso terruños argentinos. Pero los enólogos no bajaron los brazos y ya hay viñedos que ofrecen muy buenos resultados en Salta, Mendoza, Río Negro y Buenos Aires. De todos los mencionados sin dudas los de Buenos Aires son los que más llaman la atención. Pero no es un error sino una realidad que promete seguir creciendo. Se trata de viñedos ubicados en Chapadmalal, a pocos minutos de Mar del Plata. Allí, a solo siete kilómetros del mar, un viñedo alberga plantas de Riesling, Gewürztraminer, Sauvignon Blanc y Albariño y sus resultados ya son sorprendentes.

 

No caben dudas que a partir de la exploración y la aparición de nuevas regiones, los vinos blancos se preparan para acompañar el éxito de los tintos con buen sabor y estilo.

 

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