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5 tips para tomar en verano

Frescos, livianos y libres.

Por Alejandro Iglesias

10 de Diciembre de 2025

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El verano cambia la forma en que tomamos vino. Lo que en invierno disfrutamos pausado y estructurado, en los meses de calor pide frescura, ligereza y menos solemnidad. La buena noticia es que el vino no pierde protagonismo en verano, simplemente se adapta. Y cuando lo hace bien, suele ser todavía más disfrutable.

La tendencia es clara: vinos bebibles, temperaturas más bajas, mesas descontracturadas, platos simples y hasta algunos cócteles que reivindican al vino como un gran ingrediente estival. Acá van algunas ideas para aprovecharlo mejor.

Beber más fresco (literal y conceptualmente) El primer error del verano es pensar que todos los vinos se toman “a temperatura ambiente”. Spoiler: esa temperatura no existe en enero. Blancos, rosados y espumantes funcionan mejor entre 6 y 9 °C, mientras que tintos livianos —como Criolla, Pinot Noir o Garnacha fresca— agradecen un leve refrescado, alrededor de 14 o 15 °C. Tomar el vino un poco más frío no lo empobrece: lo vuelve más preciso. La acidez se ordena, el alcohol se integra y la copa se vuelve mucho más refrescante.

Platos simples, vinos con tensión En verano manda la cocina fresca. Ensaladas con frutas, pescados grillados, sushi, ceviches, tortillas, pastas livianas y platos que no pasan horas en el fuego. Para este escenario, los vinos con buena acidez y bajo peso alcohólico son aliados naturales. Un blanco sin madera, un rosado seco o un tinto joven y jugoso acompañan sin agotar. La regla es simple: si el plato es liviano, el vino también debería serlo. No se trata de intensidad, sino de equilibrio.

El rosado y los naranjos: protagonistas del día Si hay dos estilos que representan al verano actual, son el rosado seco y el vino naranjo. El primero combina frescura, textura y versatilidad gastronómica; el segundo suma estructura y personalidad sin caer en pesadez. Rosados bien hechos funcionan con ensaladas, frutas, pescados grasos y platos especiados. Los naranjos, en cambio, brillan con cocina asiática, ceviches y preparaciones con cítricos. Son vinos que invitan a probar cosas nuevas y acompañan mesas más informales.

Vino en versión cóctel (sí, y está bien) Otra tendencia fuerte del verano es usar vino como base para cócteles simples. Nada de tapa sabores ni recetas complicadas: la idea es refrescar, no disfrazar. Algunas combinaciones que funcionan: • Blanco seco + hielo + rodaja de cítrico + hierbas frescas • Rosado + soda + frutilla o pomelo • Espumante + jugo de naranja sanguina o durazno Son opciones livianas, aromáticas y perfectas para la tarde o el primer brindis del día.

Menos copa, más refill En verano, el ritual también cambia. En lugar de copas enormes que se calientan rápido, mejor copas medianas, menos llenas y recargar más seguido. El vino se mantiene frío, la experiencia es más dinámica y la mesa fluye mejor. El lujo, en verano, no es la imponencia: es la frescura.

El verano no pide abandonar el vino, sino repensarlo. Beber más fresco, elegir estilos livianos, animarse a nuevas cepas y relajar el ritual es parte de la evolución natural del consumo. Si sos parte de BONVIVIR, esta es la mejor época para explorar, probar y disfrutar sin reglas rígidas.

Porque cuando el vino acompaña el clima, la mesa y el momento, el verano se vuelve un poco mejor… copa en mano.

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