Nomacorc, la evolución del tapón.

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BONVIVIR

24 de octubre de 2014

Notas:

 

Por Alejandro Iglesias (@aleiglesiaswine)

 

Natural, sintético, técnico y a rosca. Estas son las principales maneras de cerrar una botella que podemos encontrar en el mercado. Pero cada una de estas tiene sus por qué y si bien el corcho natural siempre parece la opción adecuada lo cierto es que cada día más bodegas recurren a opciones alternativas.

 

Anualmente llegan al mercado 17.300 millones de botellas de vino. Hasta hace tan solo una década el 90% utilizaba corcho natural (en sus diferentes versiones) mientras los tapones alternativos daban sus primeros pasos. Sin embargo las cosas ya no son así. Hoy la presencia del tapón natural es del 60% mientras el screw cap (tapa a rosca) y los tapones alternativos representan el 40% restante.

 

Un gran cambio. El por qué tiene diversas explicaciones. Por un lado los costos de las piezas naturales experimentaron un importante alza y si consideramos que el 90% de los vinos del mundo se descorchas antes de cumplir dos años parece no tener sentido encarecer el valor final de la botella con un tapón natural. Por otro lado el famoso TCA (olor a corcho) que contamina algunos millones de botellas al año obligó a las bodegas a tomar medidas y esto favoreció a la implementación de otros tapones. Por último hay que destacar la calidad y a seguridad de los nuevos sistemas de taponado que han evolucionado notablemente. Ante todo esto el consumidor se muestra abierto a que no todo sea corcho natural y hasta existen los que confían más en las nuevas tecnologías.

 

 

Entre estos nuevos métodos de taponado hay dos claros ganadores: el screw cap en todas sus versiones y marcas y Nomacorc. Este último, el principal fabricante de tapones alternativos.

 

 

En primera persona. Hace tan solo unas semanas tuvimos la oportunidad de visitar la planta de Nomacorc y experimentar allí mismo las cualidades de sus tapones. Una experiencia que nos permitió sacar varias conclusiones.

 

 

Un poco de historia. Gert Noël era miembro de una familia belga instalada en Estados Unidos durante el siglo XX. Gracias a su habilidad en los negocios Noël pudo dar rienda suelta a una de su pasiones, el vino. Este confeso entusiasta de los tintos y blancos no tardó en tener su propia cava donde atesoraba una valiosa colección de vinos del mundo. Para él descorchar un vino era un momento fantástico aunque un día descubrió que no siempre sería así. Su principal desilusión fue en un encuentro familiar al descorchar varias de sus botellas favoritas y descubrir no todas habían evolucionaban en forma homogénea mientras otras tenían gusto a corcho. Su preocupación lo llevó a dedicarle tiempo al tema para entender qué estaba sucediendo con su botellas. Sin darse cuenta esta curiosidad le aseguraría un lugar muy importante en la historia del vino.

Noël descubrió que esa evolución despareja se debía a la naturaleza de los tapones. Según su investigación cada una de estas piezas ofrece una fisonomía diferente, como es de esperar en todo producto de origen natural, algo que convierte a cada vino en único y diferente. Con estas conclusiones se propuso desarrollar tapones que aseguren al consumidor homogeneidad y sanidad en todos sus vinos.

 

 

El nacimiento de Nomacorc. Los estudios que permitieron concretar su proyecto se basaron en el control de oxígeno y cómo esto modifica la evolución y conservación de los vinos. El desarrollo de su proyecto se demoró unos años y en 1999 finalmente presentaron los primeros tapones Nomacorc. Estos tapones recurren a la tecnología de co-extrusión mediante la cual cada pieza está compuesta por una parte central de espuma (foam) y una capa exterior flexible. De este modo es posible producir tapones uniformes y a la vez controlar la densidad de la espuma interna y así la tasas de transmisión de oxígeno. Por lo tanto cada pieza permite la microoxigenación necesaria según la decisión de la bodega. Entre otras características estos tapones eliminan los riesgos de contraer sabor a corcho, no se rompen y son fáciles de remover.

 

 

El producto. La compañía actualmente produce 2.300 millones de tapones al año que son utilizados por 5.000 bodegas alrededor del mundo. En nuestro país una de cada siete botellas son taponadas con estas piezas que ofrecen diferentes densidades según el tipo de vino a conservar. La clave está en el interior de estos tapones producidos con foam (polietileno expandido), material inocuo y sustentable que no altera las cualidades del vino. Con esta tecnología Nomacorc desafía además a quienes aseguran que los tapones alternativos sólo son viables para vinos que no buscan perdurar o mejorar con el tiempo y lentamente compite también por un lugar entre los vinos de alta gama.

 

 

La hora de la verdad. Para demostrarnos qué sucedía con sus tapones a lo largo del tiempo el equipo técnico de Nomacorc organizó una degustación de vinos ‘‘encorchados” con sus diferentes tapones. El primero fue un Riesling alemán de Mosela, Kallfelz Riesling 2012. La primera muestra había sido taponada con un Select 300, la segunda con Select 500 y una tercer con Select 700. El valor de cada artículo determina cuánto oxígeno administra cada tapón siendo el de 300 el que permite menor circulación. Los resultados fueron claros y más en una cepa tan sensible como el Riesling. En los tapones de mayor hermeticidad el vino conservaba la expresión varietal típica de la uva con aromas florales y de frutos frescos mientras que a medida que era mayor la interacción con el oxígeno se podía apreciar mayor complejidad y cierta evolución.

A la hora de los tintos la cata se inició con un Clos de Cordeliers 2009, un Cabernet Franc del Valle del Loire, Francia. Las muestras estaban dispuestas del mismo modo que el vino anterior y los resultados, similares, daban como preferido al taponado con el Series Select 500. En esta muestra el equilibrio entre fruta y complejidad eran lo esperado en un vino de esa edad mientras que el de menos intervención de oxigeno hacia parecer al vino mas joven, frutoso y con un potencial de añejamiento intacto.
Pero el reto mayor fue con un KenWright Cellars Abbott Claim Pinot Noir 2005 de Oregón, Estados Unidos. Este vino planteaba dos desafíos, por un lado el tiempo en botella con un corcho “sintético” y por el otro que se trata de un vino de culto y alta gama. El estado del vino era irreprochable y si bien más de uno imaginaba que así debía ser para un vino de tal categoría lo cierto es que no es común degustar un Pinot Noir conservado durante ocho años con un tapón que no sea natural. La tipicidad del Pinot Noir estaba intacta y a la vez ostentaba la complejidad que solo se logra con el paso del tiempo.

 

 

El desafío. Durante siglos la industria vínica desconoció los efectos del oxígeno sobre el vino y si bien gracias a los estudios de Pasteur se descubrió que podía ser uno de los principales enemigos las cartas parecían estar echadas y sólo el corcho se presentaba como solución. Pero dada la naturaleza de cada pieza y las diferentes versiones de corcho natural la administración del oxigeno con los años se convertiría en una preocupación. Según estadísticas, solo el 25% de las botellas en mal estado tiene como explicación el TCA o gusto a corcho, el resto se debe a las dosis de oxígeno que ingresan a la botella. Este oxígeno puede producir oxidación, aromas reductivos, brettanomyses y olor a sulfuroso. Ante esto la principal intención de Nomacorc es ofrecer a las bodegas una herramienta que les permita controlar el oxígeno y sus efectos. Pero en esta empresa que produce el 90% de tapones sintéticos y tapona el 13% del los vinos del planeta son conscientes que aún queda mucho por comunicar ya que la principal barrera es demostrar que sus piezas pueden ser utilizadas en vinos de alto precio destinados a la guarda. Sin embargo están convencidos que lentamente el mercado se adaptará y les dará la oportunidad que esperan desde sus inicios.

 

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