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Whisky, el arte de beber el tiempo

Renace con nuevos matices y conquista a una generación que busca placer sin apuro.

Alejandro Iglesias

7 de junio de 2025

Notas:

En un mundo donde todo corre, el whisky sigue apostando por la lentitud: envejece durante años y se toma sin prisas. Tal vez por eso, más allá de etiquetas y países, este destilado tiene ese poder casi místico de detener el tiempo.

¿Pero qué es lo que realmente hace especial a esta bebida? ¿Por qué hay quienes viajan miles de kilómetros solo para pisar una destilería perdida entre colinas escocesas o campos de centeno en Kentucky? ¿Y por qué cada vez más personas, sin ser expertos ni coleccionistas, empiezan a descubrir que el whisky no es solo cosa de películas de gánsteres o ejecutivos de traje? La respuesta es sencilla y compleja a la vez: el whisky es historia líquida.

Una bebida con memoria

Todo buen whisky es una especie de cápsula del tiempo. Cada botella encierra años de paciencia, algo de alquimia y muchísimo de territorio. Porque aunque hablemos de una categoría global —y que se produce desde Japón hasta la Patagonia—, cada whisky tiene su acento. El escocés es brumoso, terroso, elegante o punzante según venga de las Highlands o de Islay. El irlandés, más suave y amable, suele ser la puerta de entrada ideal. El bourbon, nacido en el sur de USA, huele a vainilla, maíz y madera tostada. Y los japoneses… bueno, los japoneses hacen whisky como hacen casi todo: con devoción por el detalle.

Pero más allá de los mapas, lo interesante es cómo esta bebida se volvió una forma de expresión. Hoy, el whisky ya no es solamente un símbolo de estatus ni una reliquia de bar con biblioteca. Es también una forma de explorar, de probar cosas nuevas, de entender culturas a través del paladar.

La revolución tranquila

Si hace una década el universo del whisky parecía estar reservado a clubes de caballeros con sillones de cuero y habanos, eso cambió. Y no fue una revolución ruidosa, sino una transformación silenciosa: mujeres master distillers liderando proyectos innovadores, destilerías artesanales en rincones inesperados y una generación joven que se acerca al whisky con curiosidad y sin prejuicios.

Las reglas ya no son tan estrictas. Hay whiskies sin edad declarada que sorprenden por su calidad. Hay ediciones limitadas que exploran maduraciones en barricas de vino, ron o jerez. Hay cócteles con whisky que no buscan esconderlo, sino celebrarlo. Y hay algo aún más valioso: libertad para elegir cómo y cuándo disfrutarlo.

Beber con todos los sentidos

Dicen que con el whisky se bebe con la nariz, con la boca y con la imaginación. Que un buen sorbo puede llevarte a una destilería en medio de un bosque húmedo, o a una taberna iluminada por velas en las calles de Dublín. Que hay notas de manzana verde, de cuero viejo, de pan recién horneado. Y que lo importante no es saber todos los aromas posibles, sino conectar con alguno. Por eso, más que una cata técnica, el whisky invita a una experiencia sensorial. No se trata de entenderlo todo, sino de estar presente. Elegir un vaso pesado, servir un poco, girarlo con calma. Dejar que el alcohol despierte aromas. Tomar un primer sorbo, dejarlo recorrer la lengua. Escuchar lo que el cuerpo dice.

Pequeña guía para grandes momentos

No hay una única forma de tomar whisky, pero sí algunas pistas que pueden mejorar la experiencia. Los single malt se disfrutan mejor solos, con tiempo y en buena compañía. El bourbon va muy bien con un hielo grande, que enfríe sin diluir. Los japoneses merecen copa ancha y silencio. ¿Y los scotch blended más suaves? Son ideales para cócteles clásicos como el Old Fashioned o el Whisky Sour. La clave está en animarse a probar, descubrir qué te gusta y recordar que cada estilo tiene su propio ritmo. Igual que cada quien.

Último sorbo (y una invitación)

Si este viaje sensorial te dejó con ganas de más, te adelantamos algo: muy pronto, en BONVIVIR, lanzaremos una experiencia exclusiva de whisky junto a grandes expertos, pensados para quienes quieren ir un paso más allá en el arte de disfrutar. Será un encuentro íntimo, revelador, con copas en mano y mucho por descubrir.

Y como el Día del Padre está a la vuelta de la esquina, no hay mejor excusa para regalar —o regalarse— un whisky que cuente una historia. En la tienda de BONVIVIR vas a encontrar grandes etiquetas seleccionadas, ideales para brindar con clase, con emoción y con tiempo. Porque pocas cosas dicen “te quiero” como un buen whisky compartido.

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