Así se vivió Bonvivir Wine Tour 2025

Del 11 al 14 de mayo, treinta socios de Bonvivir de distintos puntos del país vivieron una experiencia inolvidable en Mendoza. Cuatro días intensos, repletos de vino, paisajes, gastronomía y, sobre todo, encuentros genuinos con las personas que hay detrás de cada botella.

La base fue el Sheraton Mendoza, pero desde la primera noche quedó claro que el plan era mucho más que un alojamiento cómodo: comenzamos con una visita a Bodega Alandes, donde Karim Mussi nos recibió con su pasión habitual. Degustamos una gran variedad de vinos, escuchamos la historia sobre el terroir de La Consulta, y compartimos un catering delicioso, coronado por la apertura de una Magnum de Altocedro muy especial.

El viernes arrancó en la bodega urbana Huentala, en el hotel Hualta, donde Paola Camsen y el equipo nos mostraron cómo se puede hacer vino en plena ciudad. Luego nos trasladamos a Tupungato, Valle de Uco, para conocer la bodega Huentala de montaña: recorrido técnico, degustación desde tanques, fudres y barricas, y almuerzo en el restaurante Rastro, con un maridaje impecable.

La tarde continuó en los viñedos de Finca Aluvia de Doña Paula, donde ni el viento zonda impidió recorrer el terroir y probar la línea completa, incluyendo el Cabernet Franc mejor puntuado. Y al caer el sol, llegamos a Finca Sophenia, donde Eugenia Luka y Joaquín Martín nos esperaban en la casa para luego hacer un recorrido de la bodega degustando vinos fermentados en ánforas y huevos de concreto. La cena con la gastrononmía de Cundo fue mágica, en una mesa larga ambientada entre las barricas con todos los detalles y la apertura del vino por los 25 años de la bodega.

El sábado comenzó con una visita a la Olivícola Laur y la Acetaia Millán, para conocer de cerca el mundo del aceite de oliva y los acetos. Recorrimos la antigua almazara y cerramos con degustación y picada. Después, partimos rumbo a Rosell Boher, donde Nicolás Calderón nos abrió las puertas del mundo de los espumantes de método champenoise: visitamos la cava con pupitres, vimos las máquinas en acción y almorzamos con toda la línea de vinos y espumantes de la bodega.

La noche fue de película: Cavas de Weinert, recibidos por Iduna Weinert y Hubert Weber, donde cenamos entre toneles centenarios y hasta descorchamos un Merlot 1999. Algunos socios estiraron la velada en el hotel, copa en mano y risas compartidas.

El domingo cerró con una visita a Lamadrid, donde todo el equipo nos compartió su historia y filosofía. Recorremos la bodega, la sala de barricas (donde suena música clásica para que el vino descanse mejor) y disfrutamos un almuerzo inolvidable en Los

Bocheros, restaurante con mención de Estrella Michelin, donde el chef Lucas Olcese nos guió paso a paso por su menú. Cerramos nuestro viaje relajados en los hermosos jardines de la bodega.

El viaje fue mucho más que un itinerario. Fue conexión, descubrimiento y emoción. Fue vivir el vino desde adentro, de la mano de sus hacedores. Y, sobre todo, fue una celebración del espíritu Bonvivir: disfrutar, aprender, compartir.