Viajar con vino en avión: guía práctica

Equipaje, cabina, free shop y límites legales, explicado fácil y sin paranoia.

Empiezan las vacaciones, aparecen los pasajes y, casi al mismo tiempo, surge una duda existencial para cualquier winelover: ¿cómo viajar con vino sin romper botellas, sin perderlas y sin tener problemas en el aeropuerto? Porque sí, subir vino a un avión genera ansiedad. La buena noticia es que, con un poco de información y algunos trucos probados, viajar con vino es totalmente posible.

Hoy llevar botellas ya no es una rareza: es una costumbre cada vez más común. Ya sea para disfrutar una etiqueta especial en destino, traer un recuerdo líquido o no resignar el ritual, el vino también se sube al avión.

Despachar vino: sí se puede (y es lo más sensato)

La forma más segura de viajar con botellas es en el equipaje despachado. Las bodegas del avión están presurizadas y no afectan al vino. El verdadero riesgo es el golpe.

Algunas reglas que funcionan siempre: usar fundas inflables o bolsas especiales para botellas; envolver cada una con ropa gruesa y ubicarla en el centro de la valija, lejos de los bordes; y evitar que las botellas se toquen entre sí. Si llevás más de dos, muchas veces conviene usar cajas rígidas para vino, que varias aerolíneas aceptan como equipaje despachado.

¿Vino en el equipaje de mano? Solo en casos puntuales

En vuelos internacionales, no se pueden subir líquidos de más de 100 ml a cabina, salvo compras realizadas en free shop, selladas y con ticket visible. Botellas compradas antes del control de seguridad, no.

En vuelos de cabotaje dentro de Argentina, el escenario es más flexible: se puede llevar vino a bordo, incluso hasta una caja, siempre que se respeten las normas de peso y cantidad de bultos. Aun así, no es lo más recomendable: una turbulencia fuerte puede convertir el souvenir en problema.

¿Cuánto vino puedo traer de vuelta al país?

Dato clave: se pueden ingresar hasta 5 litros de bebidas alcohólicas por persona, siempre que no superen una graduación elevada. A eso se suma lo que se compre en free shop, dentro de las franquicias de gasto establecidas por Aduana.

En la práctica, traer vino es legal, habitual y razonable. El punto es no excederse ni intentar disimular cantidades.

Vuelos regionales: una ventaja poco conocida

Si el destino es un país limítrofe como Chile, Brasil o Uruguay, el panorama mejora. En muchos vuelos regionales, las aerolíneas permiten transportar botellas en cabina, siempre que respeten peso y bultos.

Esto habilita una estrategia interesante: a lo que despachás en la valija, podés sumarle algunas botellas extra a bordo, más lo comprado en free shop. Si bien existen límites y Aduana puede advertir excesos, el vino no suele ser un foco de control tan estricto como la tecnología. No es garantía, pero sí una realidad frecuente. La clave: criterio y sentido común.

Free shop: comprar con cabeza

El free shop puede ser un gran aliado, pero no siempre conviene comprar cualquier cosa. Regla básica: los vinos argentinos suelen ser más baratos en Argentina. ¿Qué sí vale la pena traer? Etiquetas difíciles de conseguir localmente, ediciones especiales que no ingresan al país y algunos destilados, donde suele haber mejores precios. Comprar por curiosidad, no solo por precio, suele dar mejores resultados.

Copas, sacacorchos y otros detalles clave

Sacacorchos siempre en equipaje despachado: en cabina te lo retiran. Copas, solo si son de policarbonato o plegables; llevar cristal es invitar al desastre. Si el destino es rústico, sumar una funda térmica o un tapón reutilizable puede salvar más de una noche.

Viajar con vino no es una complicación: es una declaración de principios. Con planificación, las botellas llegan sanas, el ritual se mantiene y el viaje gana otra capa de disfrute. Porque las vacaciones pasan, pero las buenas botellas bien elegidas se recuerdan mucho más tiempo.