Conocé a nuestros sommeliers: Tere García Santillán

Hoy, muchos sueñan con fundar un club de vinos. Teresa lo hizo cuando todavía nadie sabía qué era eso.

Corría 1999 y Tere venía de ser Group Brand Manager de espumantes en Chandon Argentina. Estaba rodeada de burbujas, cenas elegantes y las etiquetas más exclusivas del vino argentino de entonces. Un mundo que la fascinaba. Pero también tenía otra inquietud: acercar el vino a más gente, de una forma directa, moderna y sin vueltas.

Ese mismo año fundó Bonvivir.com, la primera tienda de vinos virtual del país. Y más de una década después, en 2010, fue clave en su transformación hacia lo que hoy es BONVIVIR: el club de vinos más grande de Argentina.

¿Su rol? Gerenta de Desarrollo Comercial. ¿Su huella? Gigante. Diseñó el panel de cata, curó las selecciones que llegan a miles de socios, organizó ferias, viajes, encuentros, y le dio forma a una propuesta que hoy marca tendencia.

Del backoffice al streaming: una sommelier multitasking

En paralelo, siguió cultivando su propia curiosidad. Estudió gastronomía en el Instituto Argentino de Gastronomía, se recibió como sommelier con mención de honor en la Escuela Argentina de Sommeliers, y hoy se desempeña como Brand Ambassador de BONVIVIR, llevando la voz del club a redes sociales, eventos y canales de streaming.

Pero si algo define a Teresa, no es solo su trayectoria: es su forma de vivir el vino. “Lo que más me apasiona es conocer las historias detrás de cada etiqueta. Viajar, hablar con quienes lo hacen, compartirlo con los que lo disfrutan tanto como yo”, dice. No habla de productos: habla de personas. Y eso se nota.

¿Y cuál fue el vino que la llevó a elegir este camino? “A decir verdad, no fue un vino, fue el mundo del vino. Las catas a ciegas de espumantes, los eventos, las recorridas por restaurantes... Todo eso me conquistó cuando trabajaba en Chandon. Aunque si tengo que nombrar una etiqueta, me encantaba el Clos du Moulin.”

Un brindis imperfecto… que salió perfecto

Su maridaje inolvidable tampoco vino con estrellas Michelin, sino con emoción pura. “Fue durante la pandemia, en mi aniversario de casada. Estábamos todos encerrados, con la incertidumbre a flor de piel. Mis hijas me dijeron que se encargaban de todo, solo tenía que elegir un vino. Elegí Imperfecto, de Daniel Pi, porque así sentía ese momento: imperfecto. Armaron una cena casera con lo que había —fideos con langostinos—, una mesa afuera, velas... El brindis fue tan simple como inolvidable. Terminó siendo una noche perfecta.”

Y su ritual, hoy como siempre, tiene que ver con compartir. “Cada vez que abro una botella con amigos, con mi familia o en el trabajo, siempre hay un brindis. Porque el vino, para mí, siempre trae alegría”.

También tiene uno más íntimo: “Abrir una botella es crear un momento, ya sea de introspección —cocinando o mirando una serie— o de encuentro. Siempre me tomo unos segundos para girar la copa, descubrir sus aromas y guardar en la memoria lo que me despierta, para luego disfrutarlo”.

El futuro del vino argentino, según Tere

¿Y cómo imagina lo que viene? “Estoy convencida de que el vino argentino tiene muchísimo para dar, sorprender y conquistar. Como parte del Nuevo Mundo, tenemos la capacidad de elaborar vinos que expresan el terroir, frescos, bebibles, que cuentan un paisaje y se adaptan con naturalidad a las mesas y las comidas. Eso es algo que sabemos hacer muy bien, con calidad y consistencia.”

Y suma un diferencial que considera clave: “Tenemos una ventaja enorme: somos flexibles, atentos a las tendencias, y tenemos un potencial inmenso para seguir creciendo, mostrando nuevas expresiones y conectando con consumidores de todo el mundo.”

Hoy, cuando mira hacia atrás, Teresa no solo ve una carrera construida con pasión y coherencia. Ve una comunidad que ayudó a formar. Ve a BONVIVIR convertido en punto de encuentro para miles de amantes del vino. Y sigue con la misma energía del primer día, imaginando lo que vendrá.