Vinos para Pascua: el maridaje perfecto existe
Una guía exprés para encontrar el vino ideal.
Semana Santa es un fin de semana largo con licencia para hacer todo lo que no se puede hacer en una semana normal: comer con calma, descorchar algo rico y alargar las sobremesas sin culpa. Y aunque la tradición marca ciertas pautas (por ejemplo, el pescado del Viernes Santo), lo cierto es que cada casa tiene su propia liturgia. Por suerte, Argentina tiene vinos para todos esos rituales: los solemnes, los relajados y los que terminan en brindis con chocolate.
Viernes con sabor a mar
Si la regla es “nada de carne”, entonces que el vino haga la parte divertida. Para pescados blancos, ensaladas con mariscos o empanadas de vigilia, no hay nada mejor que un blanco del NOA: pensemos en un Torrontés seco de altura, con esa combinación mágica de perfume y acidez que hace que todo parezca más fresco.
¿La mesa sube de intensidad con un risotto de langostinos, pastas con salsas blancas o una merluza grillada? Entonces un Chardonnay con algo de cuerpo (sin llegar a mantecoso) o un blend blanco con paso por barrica puede dar la nota. Y si la receta pide algo más intenso, un rosado seco bien frutado –de Malbec o Cabernet Franc– levanta hasta el plato más serio.
Sabado descontracturado
Es el día sin protocolo. El de las picadas que se estiran hasta la cena y de los vinos que se abren “para probar” y desaparecen sin darse cuenta. Acá los rosados siguen brillando, pero entran en juego los tintos livianos y sin vueltas: un Pinot Noir patagónico, una Criolla moderna o incluso un Bonarda jugoso van como piña con quesos semiduros, empanadas criollas y fiambres regionales.
Y ojo con los blancos con burbuja: un espumoso brut nature es como el comodín de las fiestas. Acompaña todo y le da onda hasta a un sandwich de miga.
Domingo de sabores fuertes
Acá se pone seria la cosa. O no. Si hay cordero al horno, carnes a la parrilla o pastas rellenas, el vino tiene que estar a la altura. Un Malbec con crianza justa, un Cabernet Sauvignon o un corte tinto con estructura pueden ser la pareja perfecta.
¿La cocina va por otro camino? Una lasagna de verdura o una pascualina con huevo y espinaca van increíble con un tinto elegante y sin tanto músculo. Un Merlot o un Sangiovese pueden ser la mejor apuesta.
Y cuando llega el postre —rosca de Pascua, huevos de chocolate, frutas secas—, nada como un espumoso demi-sec con buena acidez. Sí, también puede ir con un café. Pero... ¿y el brindis?
Bonus track: ¿Vino sin alcohol?
Si este año estás en modo detox, conductor designado o simplemente querés bajarle el tono a la copa, los vinos desalcoholizados empiezan a mostrar versiones cada vez más interesantes. Hay blancos cítricos y frescos que funcionan genial con pescados y rosados sin alcohol que salvan cualquier picada. La clave es elegir opciones con buena acidez, poco azúcar y, si se puede, algo de carácter varietal. Porque tomar sin alcohol no tiene por qué ser aburrido.
Sin dudas, Pascua es la excusa. El vino, el placer. No hay una regla única, pero sí un montón de combinaciones que merecen ser exploradas. Y si la receta falla, el vino siempre puede salvar la mesa.
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