Vinos exóticos que marcan tendencia

La revolución vinícola ya no se trata solo de etiquetas modernas con glitter. Se trata de estilos radicalmente distintos. Hoy, lo que está de moda en las copas de wine bars de Berlín, Buenos Aires o Nueva York son vinos que hace una década habrían sido catalogados como defectuosos o extraños: ¡y sin embargo, ahora son tendencia!

Cada vez más bodegas se animan a reinterpretar estilos ancestrales con uvas locales y mucha actitud. Acá va una guía exprés para entender qué hay detrás de esta nueva ola de vinos que parecen sacados de un laboratorio, pero que tienen siglos de historia.

Vino Rancio: el encanto de lo oxidado

No, no está pasado. El vino rancio es oxidado intencionalmente durante años, ya sea en damajuanas al sol o en barricas semi llenas. El resultado: sabores a frutos secos, caramelo, cuero, curry y una estructura compleja y poderosa. Estos vinos suelen ser secos o con algo de dulzor, y se beben como digestivos o con quesos intensos. Tradicionalmente elaborado en Cataluña o el sur de Francia, hoy bodegas argentinas experimentan con sus propias versiones: algunas ya crían sus vinos en damajuanas o micro-soleras en Mendoza, donde el sol hace su magia. Un estilo para valientes, pero inolvidable.

Crianza Oxidativa: el Jerez y sus parientes más sofisticados

Si el vino rancio te pareció loco, esperá a conocer los Olorosos y Amontillados. En Jerez, se cría vino blanco en barricas semi vacías, expuestas al oxígeno durante años. Esto crea vinos secos, profundos, con aromas a nueces, madera, especias y fruta seca. En Argentina, algunos proyectos ya adoptaron estas técnicas para crear vinos blancos oxidativos locales. Y lo mejor: duran abiertos semanas. Perfectos para servir en copitas, con platos sabrosos o en coctelería. Este tipo de crianza transforma por completo la textura y el perfil aromático del vino, llevándolo a un plano donde la acidez se funde con una salinidad que sorprende.

Crianza Biológica: bajo un velo de flor

Este estilo se basa en la crianza bajo "velo de flor": una capa de levaduras que protege al vino del oxígeno. El resultado: vinos como los Finos y Manzanillas, secos, salinos, con notas a pan fresco, almendras y una acidez vibrante.

Aunque nacieron en Andalucía, algunos productores argentinos ya experimentan con flor local. Si nunca probaste un Fino bien frío con jamón crudo o ceviche, te estás perdiendo una experiencia transformadora. Este estilo necesita condiciones climáticas específicas para que el velo de flor se desarrolle de forma estable. Por eso no cualquier bodega se puede animar.

Pét-Nat: la burbuja más libre y divertida

Los vinos "pétillant naturel" están de moda: espumantes elaborados sin segunda fermentación clásica, embotellados cuando la fermentación aún está en curso. ¿El resultado? Burbujas más suaves, acidez refrescante, sabores honestos y algo de sedimento. Por esto se presentan turbios en copa.

Son la antítesis del Champagne clásico: espontáneos, naturales. En Argentina, muchos enólogos ya abrazaron esta técnica, con uvas como Criolla, Chardonnay o Chenin. Ideales para tomar bien fríos en copa de vino, con picadas o simplemente en una tarde de verano. Nunca los agites. Y si hay sedimento, es parte del show.

Por qué probarlos

Estos estilos no solo te permiten salir de la rutina; también te conectan con historias, métodos antiguos y una forma distinta de disfrutar el vino. La vinificación moderna, en su versátil expresión, está volviendo a mirar hacia el pasado para recuperar sabores que nos habían sido negados por años.

Ya sabes, tu próxima gran copa podría tener aroma a nuez, burbujas naturales o sabor a historia embotellada.