Torrontés, el blanco argentino

Alineado al éxito del Malbec, el Torrontés se convirtió en la apuesta fuerte de la industria en lo que a cepas blancas respecta.

Alejandro Iglesias

12 de enero de 2012

Notas:

Alejandro Iglesias, sommelier AAS*.

 

Alineado al éxito del Malbec, el Torrontés se ha convertido en la apuesta fuerte de nuestra industria en lo que a cepas blancas respecta. Hoy sus inigualables aromas y sabores se disfrutan alrededor del globo mientras algunos aseguran que se convertirá en el vino blanco del 2012. Pero para llegar a su momento de gloria, esta cepa cuyo origen aún es materia de debate, debió transitar un largo camino y lo más importante es que promete brindarnos muchas alegrías más.

 

El Torrontés ocupa actualmente el 25% de la superficie total destinada a cepas blancas en el país, con más de 11.600 hectáreas cultivadas y se trata de una de las que más ha crecido en los últimos tiempos no sólo en extensión sino también en ventas.

 

En cuanto a su origen existen varias teorías. Están los que aseguran que se trata del cruzamiento entre una cepa criolla con algún tipo de Moscatel que llegó al país de mano de los conquistadores mientras otros aseguran que es una cepa española pariente del Albariño gallego.

 

Como si esta polémica fuese poca, también hay que agregar que existen tres tipos de Torrontés: el mendocino, el sanjuanino y el riojano, aunque en este sentido casi todos los expertos están de acuerdo en considerar al último de estos como el legítimo y más elegante. De los otros dos, se puede decir que aportan diversidad de estilos pero están muy detrás del riojano en cuanto a hectáreas y popularidad.

 

Más allá de los debates, lo cierto es que el vino que se obtiene en nuestro país con sus frutos es único, no existiendo en ninguna otra parte del mundo hasta el momento, otro que se le parezca. De aquí la afirmación “el Torrontés es argentino”.

 

Curiosamente en comparación a las demás blancas, el Torrontés prefiere los climas cálidos y soleados logrando en los viñedos de altura su mejor expresión y calidad. De aquí que se trate de la cepa más destacada de los Valles Calchaquíes donde se encuentra su cuna: Cafayate, a unos 1700 metros sobre el nivel del mar. Pero además de dar resultados para destacar en el sur de Salta, también son para considerar los vinos de Torrontés elaborados en Catamarca, La Rioja, Tucumán, Mendoza y desde hace muy poco Neuquén.

 

En los viñedos de altura además de buena insolación, el Torrontés se vale de las altas temperaturas del día y del frío de la noche para desarrollar y concentrar su importante expresión aromática que es su gran carta de presentación.

 

Pero lejos de su exitoso presente, el Torrontés supo ser un vino de mesa simple y rústico que tardó en descubrir su identidad. Durante años con estas uvas tan preciadas por estos días se daba vida a vinos delgados con marcada nota floral y un sabor amargo en boca producto de una cosecha y elaboración desacertadas. Luego se popularizó como un vino abocado que escondía más de un defecto tras ese sabor dulzón que cautivaba a muchos. Y así pasaron los años, con un vino de calidad dudosa que en realidad cada vez tenía menos adeptos.

 

Tras décadas de elaboraciones a partir de altísimos rendimientos en los viñedos, finalmente fue en los ½80 que se comenzó un trabajo consciente con esta cepa cuyo potencial nadie había percatado.
A partir de rendimientos más bajos, ubicaciones adecuadas de los viñedos con conducción en parral y elaboraciones más cuidadosas, los argentinos descubrimos que contábamos con una cepa exclusiva con la que se podían elaborar vinos de calidad excepcional con una identidad única que tarde o temprano deslumbraría al mundo.

 

Hoy, a diferencia del estilo de antaño, el Torrontés es un vino que cautiva con su color amarillo cristalino y reflejos verdosos que denotan su vivacidad. En nariz sus intensos aromas de frutos tropicales frescos, uva recién molida y notas florales que destacan al jazmín en combinación con dejos especiados producen fascinación a quienes lo descubren. Ya en boca se trata de un vino fresco y vibrante que fluye de modo agradable imprimiendo a su paso los sabores que expresa en nariz. Como puede observarse se trata de un vino de una complejidad singular, que hoy seduce a los paladares del mundo y se ha convertido más allá del acompañamiento ideal de las empanadas salteñas, en una opción a la hora de la cocina thai, asiática y mexicana.

 

Si a todo lo antes mencionado sumamos un perfil aromático elegante y un medio de boca untuoso y equilibrado, podemos describir al Colomé Torrontés 2011, el primero en integrar una selección BonVivir. Esta etiqueta elaborada por una de las bodegas argentinas más reconocidas en el mundo, se ha convertido en una especie de embajadora de nuestro blanco más característico y es por eso que lo presentamos para que durante este verano se dejen caer en el encanto del Torrontés.

 

*Miembro de la Asociación Argentina de Sommeliers

www.aasommeliers.com.ar

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