Pinot Noir, la uva que susurra
Hoy el Pinot Noir pisa fuerte en Argentina. Te contamos todo lo que necesitas saber.
En la tierra del Malbec, una cepa rebelde y delicada está reclamando atención: el Pinot Noir. Esta uva emblemática de Borgoña, famosa por su piel fina y sus vinos etéreos, encontró un hogar inesperado en los rincones más fríos de Argentina. Caprichosa como pocas, prospera sólo donde hay frescura, suelos pobres y amplitud térmica. Justamente eso ofrecen algunos de los terroirs más extremos del país.
De espumante a tinto de culto
Durante muchos años, el Pinot Noir en Argentina fue un actor de reparto. Usado casi exclusivamente para bases de espumantes, nadie apostaba fuerte por sus tintos. Sin embargo, desde hace dos décadas, la historia cambió. Enólogos inquietos comenzaron a explorar nuevas geografías: desde los valles frescos de la Patagonia hasta la altura extrema del NOA, pasando por la brisa marina de Chapadmalal y Balcarce. Hoy, el Pinot Noir ocupa cerca de 2000 hectáreas en el país, y su calidad comienza a destacarse en la escena internacional.
Terruños frescos: el secreto del éxito
La Patagonia fue su primer refugio. En Río Negro y Neuquén, el clima seco, el viento constante y los veranos largos permiten vinos de acidez presente y fruta roja vibrante. En zonas como el Alto Valle de Río Negro nacen Pinots de estilo europeo, elegantes y jugosos. Más al sur, en Trevelin (Chubut), los viñedos desafían heladas y vientos fríos para ofrecer vinos de notable frescura. En Mendoza, la clave fue subir. En los últimos 20 años, el Pinot migró de zonas cálidas a viñedos de altura. El Valle de Uco, en especial Tupungato y San Pablo, concentra hoy casi la mitad del Pinot argentino. Allí, entre los 1200 y 1500 metros, nacen tintos refinados, de textura sedosa y perfil floral. Incluso en Uspallata y los Valles Calchaquíes, a más de 2000 metros, la cepa demuestra que puede dar vinos sorprendentes en condiciones extremas. ¿Y la Costa Atlántica? En Chapadmalal, a pocos kilómetros del mar, el clima marítimo imprime una salinidad y frescura únicas. Los Pinots de esta región todavía son una rareza, pero cada año ganan adeptos entre los que buscan perfiles ligeros, florales y con nervio. Caso similar el de Balcarce que se vale de suelos calcáreos únicos en el pais y que el Pinot permite apreciar con nitidez.
Cómo reconocer (y maridar) un buen Pinot argentino
¿Cómo es un Pinot Noir argentino? De color claro, cuerpo medio y taninos amables. Aromas de cerezas, frambuesas, flores silvestres y un sutil dejo terroso. Algunos, más complejos, recuerdan a trufas o especias. Son vinos que susurran en vez de gritar. A diferencia del Malbec, que apuesta por potencia y sabor, o del Cabernet Franc, con su herbalidad y estructura, el Pinot propone frescura, fineza y personalidad. En la mesa, es un comodín. Va con carnes blancas, pescados grasos como salmón, risottos de hongos, pastas suaves y quesos cremosos. Incluso funciona con sushi o platos asiáticos especiados. Su versatilidad lo convierte en un gran aliado para quienes disfrutan comer bien sin complicarse.
Probá el Pinot argentino
Hoy, el Pinot Noir vive su momento. Ya no es una rareza ni una excentricidad. Es una expresión más del vino argentino que crece en diversidad y sofisticación. Para los socios de Bonvivir, esta semana es una gran oportunidad para descubrir etiquetas que capturan la esencia más fresca y elegante del vino local. Brindemos por el Pinot.
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