Uvas criollas, ¿qué son?
Hoy te contamos porqué tenés que conocerlas y probarlas.
Si buscamos la palabra criollo en cualquier diccionario, nos encontraremos con lo siguiente: descendiente de europeos y ha nacido en un país hispanoamericano. Característico de la cultura y de la tradición de un país hispanoamericano.
Y estas definiciones bien sirven para comprender de qué hablamos cuando hablamos de uvas criollas.
El tema es así, las vitis viníferas son variedades de uva de origen europeo, de hecho se las conoce también como vitis europeas, que llegaron a América de la manos de los monjes a partir de la conquista. Por aquel entonces, los viñedos se sembraban a diferencia de lo que sucede hoy que la reproducción de las vides es a partir de estacas y gajos.
De modo que las primeras cepas en llegar al nuevo continente – principalmente Moscatel de Alejandría, Listán Prieto y Moscatel de Grano Chico – lo hicieron como semillas que en suelo americano se desarrollaron con características diferentes a las que conocían los europeos. Por lo tanto, podemos decir que son cepas de origen europeo pero nacidas en América.
Pero las cosas no terminan aquí, con los años estas cepas comenzaron a cruzarse naturalmente en los viñedos con otras cepas dando vida a nuevas variedades que son las que se agrupan en la gran familia de cepas criollas. De estas uvas, muchas tuvieron un rol protagónico en la historia de la vitivinicultura argentina, como es el caso de la criolla chica y la criolla grande, ambas en pleno resurgimiento de la mano de varios winemakers.
Por qué rescatarlas
Desde la llegada de las cepas francesas a Argentina, mediados del siglo XIX, los productores de uva comenzaron a perder interés por las cepas criollas ya que el mercado mostraba mayor interés por los Cabernet Sauvignon, Merlot, Malbec y otras.
Fue entonces que las criollas pasaron a un segundo plano y se las destinaba a la elaboración de vinos de mesa o los más básicos del mercado. Sin embargo, hoy sus vinos representan un gran valor para la vitivinicultura ya que se trata de vinos con carácter y sabor único.
Lógicamente, muchos de estos viñedos tuvieron que ser recuperados ya que durante décadas el valor de las uvas no permitía llevar adelante las mejores labores de mantenimiento. Hoy, sin embargo, las pocas hectáreas de Criolla Chica son muy preciadas y los vinos obtenidos con ella son cada vez más demandados.
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