Los nuevos Bonardas

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BONVIVIR

8 de junio de 2015

Notas:

 

Por Verónica Gurisatti

 

La Bonarda es muy amable y se parece mucho al Malbec por la dulzura de la fruta, su color y proyección en el tiempo. Oriunda de Italia, de la región del Piamonte, siempre contó en la Argentina con una importante superficie de cultivo. Por su abundancia, su vigor y su bajo costo, hace mucho tiempo formaba parte de los vinos tintos comunes más económicos del país, aunque en los últimos años fue reconocida como uva capaz de producir vinos de calidad.

 

Muy difundida en Mendoza, San Juan y La Rioja, cuenta casi con la misma superficie plantada que la uva Malbec y desde hace unos quince años algunas bodegas empezaron a elaborarla con los mismos cuidados que usan para otras variedades finas como el Malbec o el Cabernet, con bajos rendimientos en el viñedo y modernas prácticas enológicas. Los resultados fueron sorprendentes aunque sólo una pequeña fracción de la variedad se usa con ese fin.

 

“Es una uva con mucho futuro aunque difícil en varios aspectos: tiene ciclo muy largo y madura muy tarde, por eso hay que cultivarla en terruños adecuados y zonas un poco más cálidas de lo normal como el este mendocino; por otro lado, al ser muy generosa da mucha uva por hectárea y con 30.000 kilos no se pueden hacer grandes vinos, hay que manejar el viñedo para bajar ese rendimiento a los 12.000 kilos por hectárea. La ventaja es su asociación con la Argentina, lo mismo que ocurre con el Malbec”, afirma el enólogo Héctor Durigutti.

 

El punto de inflexión

El punto de inflexión lo marcó Nieto Senetiner en el año 2000 cuando elaboró un súper premium para el mercado inglés y fue una de las primeras bodegas en descubrir las bondades de esta variedad tan parecida al Malbec pero con menos concentración de taninos y menos grados de alcohol. El proyecto nació en Agrelo y fue un desarrollo puntual de un antiguo viñedo de Bonarda plantado en 1972 con una producción de 8.000 botellas. Actualmente casi el 80% se exporta y son muy conocidos en Brasil, Estados Unidos y Venezuela.

 

“La búsqueda permanente del mejoramiento de la variedad y mucho trabajo de campo dieron finalmente sus frutos en el 2000 y la respuesta de la gente nos hizo seguir adelante. No había en Argentina un varietal trabajado a este nivel que no sea el Malbec, hoy estamos redefiniendo a la Bonarda como uva premium y tenemos productos con otros diseños, lo que hay que reafirmar es la identidad varietal”, asegura el enólogo de Nieto Senetiner Roberto González.

 

Hoy se define por sí sola: de carácter suave y frutado y apta para maderizar, acompaña tan bien al Malbec que se dice que es un corte típicamente argentino, aunque también va muy bien con el Syrah. En realidad se usa desde hace mucho tiempo pero recién ahora están apareciendo las variedades expresadas en la etiqueta. Gracias a la materia prima de primera calidad, una baja producción por hectárea y un proceso de vinificación muy cuidado (maceración fría y uso de barricas nuevas de roble), la Bonarda va en camino a convertirse en un clásico argentino.

 

 

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