Excentricidades vínicas

<!DOCTYPE html><html><head></head><body><p>¡No golpees tu monitor! No se trata de una falla de color, el primer vino azul ya está entre nosotros. </p></body></html>

BONVIVIR

3 de agosto de 2016

Notas:

 

Alejandro Iglesias

 

Si sos un fundamentalista del vino o tu paladar es hiper conservador, esta nota no es para vos. Ahora si sos un curioso bebedor, dispuesto a perdonar los pecados que algunos comenten en nombre de la ciencia o las tendencias te invitamos a descubrir dos “vinos” que no dejan de despertar polémica.

 

¿Vino azul con reflejos celestes? Gïk es el nombre de la etiqueta que hoy escandaliza a la industria vínica española. Un nuevo “vino” elaborado por un equipo de jóvenes emprendedores sin relación alguna con la industria del vino dispuestos a descontracturar el consumo con este vino dulce de color azul. Según sus creadores, Gïk no es sólo un vino azul, sino una demostración de rebeldía ante el acartonamiento que rodea al mundo del vino.

Elaborarlo implicó la ayuda de un equipo de investigación alimentaria y uvas de diferentes regiones españolas, tanto tintas como blancas. El llamativo color azul lo obtienen mediante una combinación de antocianinas, pigmentos presentes en los hollejos, y colorante índigo.

 

¿Vinos sin uvas? Según la Organización Internacional del Vino (OIV) solo se podrá considerar vino a la bebida obtenida a partir de la fermentación de jugo fresco de uva. No hay términos medios.

Sin embargo para el equipo de Ava Winery, un laboratorio estadounidense, esto no fue un obstáculo para presentar sus “vinos de diseño”. O mejor dicho diseñados a partir de un proceso que no implica uvas ni fermentaciones sino un lista de ingredientes muy fácil de conseguir: agua, alcohol y esencias aromáticas.

 

Para los científicos detrás del proyecto el vino es sin más vueltas 85% agua, aproximadamente 13% de alcohol y entre 1 y 2 % de otras sustancias y componentes. Un ecuación que consideran replicable en laboratorio. Incluso, como para no ahorrarse enemigos su meta es replicar los sabores de los vinos más icónicos del planeta. ¿Su principal objetivo? Ni más ni menos que el sabor del icónico Champagne Dom Perignon.

 

El proceso implica en primer lugar la identificación de todos los componentes presentes en un vino y el modo en que estimulan los sentidos. Para esto acudieron a la experiencia de entrenados catadores y a moderna tecnología que les permitió aislar cada uno de estos componentes. Una vez que contaron con estos elementos solo bastó comenzar a experimentar con diferentes proporciones y cantidades. Según se supo, los primeros resultados fueron realmente espantosos aunque finalmente alcanzaron un sabor similar al de un Moscato D´Asti.

 

Convencidos que su creación beneficiará al mercado del vino y al bolsillo de los consumidores, prometen seguir adelante con su cruzada que la industria vínica no dudo es calificar como una herejía muy provocativa.

 

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