Bonarda: ¿La cepa más argentina?

Hoy vamos a hablar de la Bonarda, una variedad tan versátil como sabrosa que desde hace unos años escolta al Malbec a la hora de hablar de vinos con verdadera identidad argentina. Pero ante todo hay que comprender el periplo que esta cepa aun hoy transita en su camino a la cubre.

Alejandro Iglesias

16 de enero de 2013

Notas:

Por Alejandro Iglesias, sommelier* (@AleIglesiasWine)

 

Actualmente es la segunda cepa tinta de calidad en extensión detrás del Malbec con 18.223 hectáreas cultivadas. Según el Instituto Nacional de Vitivinicultura fue una de las tintas que más creció durante la última década sumando algo más de un 20% de superficie. Pero más allá de estos datos no se puede dejar de observar como avanzó también en las góndolas donde hoy su oferta reúne decenas de etiquetas. Este último dato quizás más importante que el anterior ya que comprueba que a los argentinos los vinos elaborados con Bonarda nos gustan y mucho. Por lo tanto repasemos qué sabemos de este varietal.

 

¿Cuándo llegó? Como la mayoría de las cepas europeas llegó a nuestro país a fines del siglo XIX y en este caso de la mano de los inmigrantes italianos. Muchos de estos europeos llegaban a Mendoza con sueños de prosperidad y entre sus cosas traían cepas como Barbera, Nebbiolo, Moscato, Tocai Friulano y ésta que denominarían durante años Bonarda dado que pensaron que se trataba de la Bonarda Piemontese o Bonarda d&

8217;Astigniano típicas del Piedemonte.

Una vez establecidos en Cuyo estos inmigrantes notaron que a diferencia de las demás cepas la Bonarda había logrado adaptarse fácilmente y como si fuera poco brindaba un rendimiento muy interesante que se traducía en una buena cantidad de litros de vino para comercializar.
Así fue que ayudada por el clima caluroso del Este Mendocino se convertiría lentamente en una de las preferidas de la vitivinicultura nacional y en una de las más cultivadas de dicha región para luego comenzar a extenderse a los viñedos sanjuaninos y algunas otras regiones mendocinas como San Rafael mientras formaba parte de cortes muy populares, algo que le valió el reconocimientos de los productores pero que la ubicó entre las cepas comunes, un mote del que le costaría desprenderse.

 

¿Por qué gusta tanto? A la Bonarda le gusta el calor y las regiones donde siempre se la cultivó le daban el clima necesario para brindar vinos de colores intensos de matices violáceo/negruzcos. Sus aromas de frutas rojas y negras junto a su paladar goloso y agradable con taninos suaves completaban una ecuación ideal para vinos fáciles de beber. Esta intensidad de color y buen paladar la convirtieron en componente indispensable para complementar otros tintos y dar cierta elegancia a vinos que no la tenían. Hasta aquí una historia muy similar a la del Malbec por cierto.

 

El momento de la verdad. A mediados de la década del sesenta, según los registros, el reconocido ampelógrafo mendocino Alberto Alcalde comenzaría a desconfiar del nombre de esta variedad y su origen cuando emprendió su cruzada por identificar cada una de las cepas que los inmigrantes habían traído al país. Con el tiempo no solo Alcalde pondría en duda la veracidad de la Bonarda y para fines de los ochenta ya se tenía certeza que la Bonarda no era tal sino Corbeaux, una cepa francesa oriunda de la Savoya muy poco difundida y difícil de encontrar actualmente. Según la historia hoy se puede decir que por la cercanía entre la Savoya y el Piedemonte italiano la cepa en algún momento habría cruzado los Alpes para hacerse popular en Italia y así los inmigrantes sin saberlo habían cruzado plantas de Corbeaux, un nombre que hace referencia al color oscuro de su vinos y que podría traducirse como Cuervo Negro.

 

La Bonarda hoy. Como mencionamos al principio de la nota hoy esta variedad secunda al Malbec y cabe destacar que el 84% de las hectáreas se encuentran en Mendoza correspondiendo más del 50% al Este de la provincia. Hoy gracias los muchos estudios realizados por Alcande y enologos se puede aseverar que la Bonarda es una variedad de calidad que puede dar vida a vinos elegantes y complejos siempre que se la cuide adecuadamente, es decir, dejando de lado lo altos rendimientos y enfocándose en la calidad. Así junto a nuevas formas en su cultivo desde hace más de diez años la Bonarda dejó de ser una cepa para vinos populares para ocupar un lugar de privilegio en el mercado. Hoy también se la puede encontrar cultivada en la Primera Zona (Lujan de Cuyo y Maipú) así como también en el Valle de Uco desde donde se obtienen muchos de los tintos más sofisticados de Mendoza pero también son excelentes sus resultados en San Juan, Salta, La Rioja y Catamarca.

De modo que hoy a la Bonarda se le cuidan sus rindes en busca de calidad y no de volumen. Gracias a esto los resultados no solo la convirtieron en una nueva favorita de los argentinos sino que el mundo lentamente descubre sus bondades y la aclama. Algo que no solo le sucede a los consumidores sino también a especialistas como Jancis Robinson o Neal Martin que tras sus pasos por el país no escatimaron elogios para estos tintos.

 

Bonarda Argentina. Dada la confusión original de los inmigrantes y la denominación errónea este año se ha propuesto llamarla Bonarda Argentina a modo de homenaje pero a la vez para diferenciarla de las Bonarda Italianas (Oltrepo Pavese, Novarese y Piemontesa). Además no se puede dejar de mencionar que en Italia hablar de Bonarda está lejos de referirse a vinos de calidad y esto puede interferir en el posicionamiento de las versiones argentinas que cada día alcanzan más reconocimiento.

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